La vida cristiana tiene dos aspectos fundamentales, sin ellos nadie puede considerarse un cristiano sano o un cristiano maduro, estos son la teoría y la práctica.
Romanos 15:14-15 Estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad y rebosantes de todo conocimiento, de tal manera que podéis aconsejaros unos a otros.
Uno de los más poderosos argumentos en contra del cristianismo es la falta de uno de estos aspectos, la teoría o la práctica, si los creyentes tenemos falta de alguno de ellos las personas que nos rodean tendrán una perspectiva deformada y francamente mala de lo que significa seguir a Cristo.
Uno de los dos extremos es la falta de conocimiento, fanatismo, abundan personas sinceras que tratando de seguir a Jesús por no estudiar las escrituras no conocen bien el camino que están siguiendo, por lo que se involucran en prácticas contrarias a los mandamientos de Dios, este es el caso de muchos católicos, tratan de ser buenos católicos pero no han leído las escrituras por lo que practican, porque es lo establecido, cosas como el uso de estatuas y pinturas, la adoración a la virgen, actos sacrificiales y rituales que nada tienen que ver con el camino trazado por el Hijo de Dios, el resultado de esto es un cristianismo que adora a otro dios, uno hecho a la medida y conveniencia de los hombres e inútil, tanto para cambiar el corazón del hombre como para darle salvación.
Aquí también abundan aquellas sectas que voluntaria o involuntariamente mantienen a sus seguidores en ignorancia, por ganar dinero o influencia, es el tipo de iglesia donde todo el conocimiento e interpretación de las escrituras proviene directamente de su líder pero las personas no se molestan en leer, analizar y creer lo que está escrito, por lo que son fácil presa de embaucadores de la fe.
El otro extremo es la falta de práctica, fariseismo, el extremo de una vida llena de conocimiento y aun de religiosidad pero carente de bondad, el resultado de esto, muy común entre los cristianos profesantes, es un religiosísimo, una nueva generación de fariseos, de legalistas, gente que sabe lo que está escrito pero que le falta el corazón de Dios, por lo que vive juzgando, quejándose y señalando los defectos de los demás, logrando precisamente lo contrario, que otros detesten todo lo que tenga que ver con Dios o con Jesús.
Los religiosos de la época de Jesús son la expresión más perfecta de esto, conocían prácticamente todas las escrituras, las aplicaban, pero en su corazón no moraba el amor de Dios, por lo cual se volvieron enemigos del propio Dios, tenían una doble vida, predicaban y enseñaban una cosa pero sus actos, faltos de bondad, predicaban lo opuesto.
La teoría y la práctica se complementan, solas son dañinas, pero juntas nos dan madurez y así, como esta en el texto, podremos ayudarnos unos a otros en el camino de Jesús. Me impresionó una frase que oí a Marta Claudia de Mosquera, locutora de HCJB.
Tú enseñas lo que conoces pero transmites lo que eres.