A nada, porque entonces no sería Dios.
Imagina si puedes la inmensidad de Dios, tal que toda la creación cabe en uno de sus bolsillos; imagina si puedes la eternidad de Dios, tal que todo el tiempo desde la creación hasta el fin del universo cabe en un pestañeo suyo; imagina si puedes la sabiduría e inteligencia de Dios, tal que sin ningún esfuerzo sabe cuántas y donde están todas las subparticulas del cosmos ahora y en cualquier tiempo.
¿A qué está obligado Dios?
A nada, absolutamente a nada, no tiene necesidad de nada, los tres en uno es perfecto y completo por siempre. No podemos descifrar a Dios, es imposible definirlo y menos aún entenderlo, lo único que tenemos a nuestro alcance es lo que Él nos ha querido revelar.
¿Pudiera mentir?, ¿pudiera olvidarse de nosotros?, ¿pudiera ocultarse hasta que ningún hombre o ángel quedase para invocarlo? En última instancia, si, si pudiera, pero este es el mayor misterio de todos, no quiere hacerlo.
Dios quiere ser fiel a sí mismo y ha decidido amarnos, ese es el mayor misterio y el mayor milagro, por eso y sólo por eso, el sol brilla, la tierra no se sale de su órbita y el tiempo avanza un segundo a la vez.
Ahora tratemos de imaginar la profundidad del amor de Dios, desde la eternidad, pasando por “sea la luz”, luego por el “consumado es” y después por el “vuelvo pronto” para continuar por la eternidad, esta es la insondable naturaleza del amor de Dios y aún va mucho más allá de un atributo porque Él mismo se definió como Amor.
Dios es Amor, por lo tanto Amor es Dios.
Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, Y cantaré a tu nombre. (Romanos 15:8, 9 RVR1960)
Amor es omnisciente, omnipresente, omnipotente y eterno y decidió en un aspecto de sí mismo limitarse, contenerse, algo imposible para todos excepto para El, tomando la naturaleza del objeto de su amor, un simple hombre, y por amor al hombre decidió sujetarse a la ley dada a los hombres volviéndose siervo de su ley.
¿Estaba obligado a obedecer la ley?
Realmente no, él puede poner la ley sobre el hombre porque el hombre es suyo, pero eso no lo obligó, un ejemplo de este principio es cuando el Maestro y Pedro pagan el tributo para el templo, allí se revela que el Hijo del Rey no está obligado a la ley:
Mateo 17:24-27 Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?
Él dijo: Sí.
Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños?
Pedro le respondió: De los extraños.
Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.
Otro pasaje donde vemos que Él no estaba obligado a la ley es en su bautismo:
Mateo 3:13-15 Un día Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. Pero Juan trató de disuadirlo. —Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? —objetó.
—Dejémoslo así por ahora, pues nos conviene cumplir con lo que es justo —le contestó Jesús.
Entonces Juan consintió.
Jesús al convertirse en siervo de la circuncisión lo hizo con 3 propósitos:
1.- Mostrarnos a Dios mediante la ley, porque la ley bien aplicada nos muestra el carácter verdadero de Dios, su bondad, su santidad, su amor y su gracia.
2.- Para honrar sus promesas, aunque en última instancia no está obligado a hacerlo, pero Él ha decidido ser fiel a Su Palabra y al amor por los Patriarcas.
3.- Para abrir la puerta hacia el Padre a todos aquellos que estaban fuera del pacto de la ley, por medio de su obediencia perfecta y su sacrificio Jesús adquirió para si todo lo que la ley ofrece, y mediante su sacrificio pudo regalarlo a quien quisiera incluyéndonos en un nuevo pacto.
El mayor milagro sucedió simplemente porque Él decidió amarnos, y esa es la gloria que nos fue revelada, Dios se hizo carne y se hizo siervo, humillándose hasta alcanzar el premio, y poder extender ese manto de gloria sobre todo aquel que ponga su confianza en Él.
Ese es nuestro Dios.