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3 preguntas que debes responder para una vida de poder

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¿Qué sucede entre el domingo en la tarde y el lunes en la mañana?, ¿por qué tanto poder, tanta motivación, tanta determinación al salir de la iglesia y tan poco el lunes a media mañana?

Venía pensando en esto mientras miraba por la ventana del autobús, me sentía un poco decepcionado de mí mismo, el día anterior el Espíritu Santo había llenado a tope mi depósito y esta mañana tras varios inconvenientes me sentía desanimado y vacío.

Pensé que en Jesús era tan diferente la dinámica del Espíritu, desde que fue bautizado hasta Getsemaní nunca el Señor se mostró debilitado, entonces vino a mi corazón la siguiente frase: Fue así porque Jesús resolvió primero los problemas del desierto.

Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto, para que el diablo lo pusiera a prueba. (San Mateo 4:1 DHH)

Me pregunte ¿Qué problemas resolvió Jesús en desierto que lo capacitaron para vivir una vida de poder?

Cuando ya el diablo no encontró otra forma de poner a prueba a Jesús, se alejó de él por algún tiempo. Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y se hablaba de él por toda la tierra de alrededor. (San Lucas 4:13, 14 DHH)

Fue claro, cada una de las tentaciones que superó Jesús lo volvieron invulnerable a las obras del enemigo, a la debilidad de la carne y permitieron que el poder se manifestará en Él. ¿Y acaso nosotros no necesitamos lo mismo? Cuando resolvamos en nuestro corazón las tres cuestiones que Jesús resolvió estaremos listos para ejercer un ministerio de poder y victoria, pero mientras no lo hagamos nuestros odres tendrán grietas por donde se nos escapará la unción y grietas en nuestra armadura por donde el pecado podrá lastimarnos.

La primera pregunta es: ¿quién suplirá mis necesidades?

El diablo se acercó entonces a Jesús para ponerlo a prueba, y le dijo: —Si de veras eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en panes. Pero Jesús le contestó: —La Escritura dice: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino también de toda palabra que salga de los labios de Dios.” (San Mateo 4:3, 4 DHH)

Lo primero que hizo el enemigo es apelar a la necesidad insatisfecha de Jesús, el hambre dolía en los sentidos, lo empujaba a tratar de satisfacerla con sus propias fuerzas.

¿Cuál es tu necesidad?

Tal vez en este momento estas pasando por escasez económica, o una enfermedad hiere tu cuerpo, o ves que todos tus amigos tienen su pareja mientras tu estas solo entonces el enemigo usará sin dudar tu situación para tentarte.

¿Por qué ahora que soy cristiano parece que me va peor que antes?, ¿si Dios está conmigo porque tengo este problema?, ¿dónde está tu Dios ahora?, ¿no dices que Dios puede sanar cualquier enfermedad?

Estas son el tipo de preguntas que el tentador susurrará en tu oído, siempre en primera persona, para que sientas que eres tú quien llega a la siguiente conclusión: Dios no está contigo, no puedo confiar en él, tendré que solucionarlo yo mismo.

Esa es la sugerencia: “hazlo tú mismo”.

Lo interesante es la manera en que Jesús respondió, tratemos de comprender que es lo que significan las palabras del Señor.

No sólo de pan vive el hombre…

Es una respuesta extraña, no es la típica expresión de fe que nosotros haríamos, si a mí me hubiesen  hecho ese desafío mi respuesta hubiese sido: “mi Dios suplirá todo lo que me falta conforme a sus riquezas en gloria”, o la clásica “Jehová Jireh”, o “para Dios no hay nada imposible” pero la respuesta de Jesús no se enfocó en la fe ni tampoco en el poder de Dios, más bien es lacónica, tal vez nunca comprendamos completamente el significado de sus palabras.

No sólo de pan vive el hombre…

Jesús le resta importancia a las necesidades físicas, no las niega pero enfatiza que hay una necesidad mayor, un hambre espiritual más urgente e importante, y saciarla es lo que da verdadera vida al ser humano.

Sino de toda palabra que sale de la boca de Dios…

El hambre verdadera, la espiritual solo puede ser saciada por las palabras de Dios, esta es un hambre de justicia, de obediencia, de fe. Jesús esperaba en Dios para suplir sus necesidades, físicas y espirituales.

Hoy en día el enemigo nos hará la misma pregunta, ¿Quién suplirá tus necesidades?, ¿Quién cuidará de ti?

El primer desafío es que nosotros tomemos las riendas de nuestros problemas, que dejemos de confiar en Dios y pongamos nuestra confianza en nuestros propios recursos, en nuestro trabajo, en nuestra propia fuerza. Cuando dejamos de confiar en Dios para nuestras necesidades entonces el afán y la ansiedad comienzan a gobernar nuestra vida. Jesús enseño una y otra vez que no debíamos preocuparnos por nuestras necesidades, que nuestro padre celestial tenía el control absoluto de nuestras circunstancias y supliría nuestras necesidades, pero  no debíamos quitar nuestra mirada de Él, o como Pedro, nos hundiríamos en el mar.

Pero hay algo más en la respuesta de nuestro Señor, una negativa directa a la sugerencia del enemigo de preocuparse por sí mismo, me recuerda mucho a la respuesta de los tres amigos de Daniel frente al horno de fuego: “nuestro Dios puede rescatarnos, pero si aún Dios no lo hiciera, aun así no nos doblegaremos ante ti”.

Esta respuesta dejará al enemigo sin piso para tentarnos con nuestras necesidades, en la medida en que nuestra confianza este en Dios, nuestros ojos en Él y estemos dispuestos a sobrellevar necesidades, en esa medida seremos invulnerables al enemigo y no nos desanimaremos con los problemas que se nos presenten. Tendremos victoria sobre la tentación y el desánimo no tendrá lugar en nosotros, viviremos con poder.

Nuestra respuesta frente a la necesidad debe ser, “mi Padre es capaz de proveer mi necesidad, pero primero necesito saciar mi hambre de Él y si por alguna razón que sólo Él conoce decide no saciarla, sepas enemigo que no nos doblegaremos ante ti”.

La segunda pregunta es: ¿quién es tu padre?

Luego el diablo lo llevó a la santa ciudad de Jerusalén, lo subió a la parte más alta del templo y le dijo: —Si de veras eres Hijo de Dios, tírate abajo; porque la Escritura dice: “Dios mandará que sus ángeles te cuiden. Te levantarán con sus manos, para que no tropieces con piedra alguna.” (San Mateo 4:5, 6 DHH)

La segunda tentación es tal vez la más extraña de las tres, en apariencia, ¿qué gana alguien lanzándose desde un edificio?

Algunos han especulado que estando el templo lleno de gente Jesús hubiera obtenido rápido reconocimiento como el Mesías enviado por Dios, el pueblo lo adoraría sin necesidad del camino difícil, sin necesidad de la cruz,

El enemigo siempre querrá desviarte del camino difícil que nos toca seguir, si estoy acostumbrado a los atajos, a hacer trampa esta tentación será aún más fuerte.

Pero la segunda tentación trae un desafío, ya insinuado en la primera pregunta: ¿De veras eres hijo de Dios? PRUEBALO.

Esta pregunta, igual que la primera, nos trata de sacar de debajo de la protección de Dios, si dudas de tu posición en Dios, si por las circunstancias comienzas a pensar que no eres tan hijo de Dios, que él no te considera ni te cuida como a un hijo, entonces vendrá la siguiente conclusión si Dios no es mi padre ¿qué es para mí?”, la respuesta inevitablemente será:Dios es mi juez y PUM, como dicen los mexicanos, te saliste de la gracia de Dios y caes en el terreno que el enemigo domina, la ley.

Esta pregunta también es una pregunta de IDENTIDAD, cada ser humano necesita tener clara su propia identidad, ¿Quién soy yo?, sobre todo los jóvenes, viven buscando la respuesta a esta pregunta y por eso siempre están tratando de encajar en algún grupo, por eso el poder de la moda, de las pandillas, de la presión social, ¿quién soy yo?, ¿a quién me parezco?, ¿con quién me identifico?

Cuando tienes claro en tu corazón que Dios, por medio de la obra de la Cruz, te ha adoptado como hijo, y por medio del Bautismo de Su Espíritu te ha dado Su Naturaleza, entonces la opinión de otros pierde poder en ti, mientras yo no resuelva esta pregunta totalmente estaré tratando de encajar en 2 lugares, tendré 2 señores, trataré de agradar a los hombres y al mismo tiempo a Dios, tendré una doble vida sin poder.

La respuesta de Jesús nuevamente deja sin piso al enemigo, “No tentarás al Señor, tu Dios”, ¿Qué significan estas palabras?

A veces actuamos como si Dios nos debiera responder, como si debiera hacer lo que queremos pero no es así, como dijo C. S. Lewis, “Dios no está domesticado”, el decide cuando y donde manifestarse, además, al poner a prueba una relación ya estamos dando lugar a la duda, vemos esa dinámica en el pueblo de Israel (Dt 17:1-7) cuando estaba en el desierto:

Después acamparon en Refidim, pero no había agua para que el pueblo bebiera, 2 así que le reclamaron a Moisés, diciéndole: ¡Danos agua para beber!

¿Por qué me hacen reclamaciones a mí? ¿Por qué ponen a prueba a Dios? —contestó Moisés.

Luego de reclamar y poner en tela de duda su relación con Dios vino la respuesta que la lógica obligaba:

Pero el pueblo tenía sed, y hablaron en contra de Moisés. Decían: ¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Para matarnos de sed, junto con nuestros hijos y nuestros animales?

Cuando tratamos de obligar a Dios a algo, no lo lograremos luego dudaremos y la conclusión será que Dios no está con nosotros, no le importamos o que está en nuestra contra.

Soy Hijo, Dios me lo dijo y no tengo que probarle a nadie nada al respecto.

La tercera pregunta es: ¿quién está en primer lugar?

Finalmente el diablo lo llevó a un cerro muy alto, y mostrándole todos los países del mundo y la grandeza de ellos, le dijo: Yo te daré todo esto, si te arrodillas y me adoras. Mateo 4:8-9

¿Qué responderíamos a esta propuesta?,  seguramente entre las cosas que Satanás le mostró a Jesús estaban todos los sueños que un hombre podría soñar, incluidos mis sueños y los tuyos,  incluidos el famoso “sueño americano” y el no tan famoso “buen vivir”.

Hoy en día esta misma pregunta sigue vigente, la sociedad, los medios de comunicación, las personas que nos rodean nos la repiten constantemente: “Tienes que alcanzar un estatus social”, “Busca tu superación personal”, “La vida es ahora”, “Persigue tus sueños”.

Cada persona tiene sueños, metas en la vida, cosas que desea tener, lograr o alcanzar, tal vez una carrera profesional, tal vez comprar una casa y un carro, tal vez ser famoso, un gran atleta, un artista reconocido, un excelente profesional, una jubilación digna, el estudio de sus hijos, etc. Todos tenemos sueños, el problema es cuando nuestros sueños compiten con la voluntad de Dios.

¿Qué es más importante para mí, mis sueños o  Dios?

La mayoría de nosotros luchamos con estos dos caminos, el problema es que la mayoría de nuestros sueños no provienen de Dios sino de nuestra propia carne y de una estrategia constante de publicidad que gobierna este mundo. La televisión y los medios de comunicación desde niños nos han vendido la idea de que para ser exitoso debes tener una buena cantidad de dinero, una rubia exuberante a tu lado, ser reconocido, etc.  No estoy diciendo que tener algo sea malo, lo malo es correr tras estas cosas, ponerlas en primer lugar, o en segundo o en tercero.

Jesús vivió para hacer la voluntad de su Padre, no tenía plan B, ni se preocupaba por su propio bienestar o comodidad, su meta era hacer la voluntad de Dios, sin concesiones, sin embargo nosotros de vez en cuando doblamos nuestra rodilla delante de los bienes materiales y todo lo que el mundo nos ofrece.

No podremos vivir una vida con poder si tenemos 2 señores, si tenemos un doblez de corazón, si servimos a 2 reinos, si seguimos 2 sueños, si tenemos 2 dioses, no se puede adorar a Dios y a mundo, tenemos que tomar una determinación ahora o sino como el perro de las 2 tortas, nos quedaremos sin ninguna.

A esto se refería el Señor cuando dijo:

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí, ése la salvará. Lucas 9:23-24

¿Quién está en primer lugar?, ¿El sueño de quien está en primer lugar?, ¿Para qué hago lo que hago?, ¿A quién estoy sirviendo ahora?

Cuando respondamos correctamente esta pregunta, determinados en lo más profundo de nuestro ser, cuando apostemos todo al reino de Dios, entonces la tentación no tendrá poder sobre nosotros y nuestra vida reflejará nuestra decisión y el poder de Dios se manifestará en nosotros.

Jesús le contestó: Vete, Satanás, porque la Escritura dice: “Adora al Señor tu Dios, y sírvele sólo a él.” Mateo 4:10

La respuesta de Jesús refleja 2 cosas:

1.- Que la adoración, el objeto de su afecto, el objeto de su deseo era Dios, no su familia, no sus posesiones, no sus sueños, esto es algo que cada cristiano dice que es así en su vida, el problema es que su vida no refleja que esto sea verdad.

2.- La segunda cosa que nos muestra la respuesta de Jesús  es que, trabajar por algo es servirle al dueño de ese algo, es doblar nuestra rodilla, y el servicio debe ser solo a Dios.

Servimos a Dios siendo hombres responsables con nuestras familias, servimos a Dios proveyendo para las necesidades de nuestros padres, de nuestros hijos, de nuestra esposa, pero el mayor servicio es extender el reino de Dios, cumplir con la Gran Comisión que nos ha sido dada.

¿Gira mi vida alrededor de los sueños de Dios o alrededor de mis propios sueños?

Lucas 4:14 Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y se hablaba de él por toda la tierra de alrededor.

¿Quién suplirá mis necesidades?

¿Quién es tu padre?

¿Quién está en primer lugar?

En la medida en que contestemos correctamente estas 3 preguntas podremos vivir esa vida abundante que Jesús prometió y el poder de Dios será permanente en nuestras vidas.